Sujetarme a una bandada de gorriones y volar lejos,
soltar las puertas que alguna vez abrí
y dejar con ellas las que pude cerrar y no.
No precisar llaves para saltar el balcón
dejando así llaveros y souvenir.
Dejar nadar el alma por el tiempo
deshabitando el lado izquierdo de la cama,
la butaca de espectador.
Soltar las cuerdas elevando mi canción
Amarrando el tiempo soltando el reloj.
Sin pañuelos sonando la niñez que vendrá conmigo
abrigando el cielo con la piel
que ya no verás en tu habitación.
Desgarrar la eternidad de una sonrisa,
volando sin conocer las amarras de la cornisa
Tan alto que no pueda esperar tu mirada (ni la de ellos)
donde no habrá concejos ni deberes.
Solo soltando el tiempo para atar la vida,
para sonreir sin precisar espejos,
para correr sin precisar espuelas.
Tan bajo que no olvide mis deudas con la tierra en que aprendí
que perder siempre es encontrarse, una y otra vez.
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