agosto 05, 2010

Refugio


Un lugar donde depositar mi alma

donde quepa el corazón, la pasión y la zamba

donde arda el olvido, ebulla el futuro

y en el que la sombra apague el pasado


Un lugar para posar mi guitarra

tus acordes y su esperanza

donde colgar el punzón, la canción y la cama

donde estalle mi voz y encienda la pava


Un lugar para pintar las paredes

pintar el vaivén, la luna y las montañas

donde quepa el mar, el sausal y la baguala

en el que se pueda pisar la tierra descalza


Un lugar para plantar mi revolución

donde quepan mi fusil, mis muñecas y mis plantas

donde el discurso no quede inmóvil

y en el que para dormir no hagan falta frazadas


Encontrar un lugar para emprender la escapada

para poder abandonar este globo de escarcha

para cantar mi canción a la luna enamorada

para escribir sin poesía y reciclar el alma.

marzo 19, 2010

Origami


El sol salía tras el umbral de la ciudad, las sábanas no los dejaron levantar.

El último tabaco estaba consumiéndose, compartiéndose entre labios teñidos de sudor y sueño.

Tras matar el cigarrillo el se despide, cierra la puerta sabiendo que regresará.

Allí en ese montón de colchas, agazapada quedó ella, decidiendo dedicar el día a desandar...

Y pensó: “Dentro de un cubículo de arena inacabado, un conjunto de instantes imperceptibles te arrastraron al desierto que devino inmensidad”

Recordó aquella figura que desgarró los papeles de la antigua niña dormida, mientras soñaba sabor a canción de hadas.

Fotografió el instante en que ingresó a su cuarto y revolvió sus juguetes y entre ellos su inocencia dibujada en la pared.

Añoró al conde de la mentira que siempre entraba saltando el balcón.

Perpetuó los sueños que la mantenían ausente, mientras él cambiaba todo de lugar.

Allí es donde debió elegir, sin palas ni baldes, eso vendría después. Se levantaron túneles que le darían la opción a seguir, y decidió andar...

Y así, casi al compás del tiempo moldeó castillos, con moldes y aguas -una y otra vez- en relojes de arena.

Dado vuelta el reloj, los túneles cayeron, con ellos se llevaron los deseos que cumplieron alguna vez.

Detrás, arrinconada: su ventana escondida atesora sin nostalgia aquel galán de servilleta que practicó Origami con su corazón.