marzo 28, 2011

Huída


Sujetarme a una bandada de gorriones y volar lejos,

soltar las puertas que alguna vez abrí

y dejar con ellas las que pude cerrar y no.

No precisar llaves para saltar el balcón

dejando así llaveros y souvenir.

Dejar nadar el alma por el tiempo

deshabitando el lado izquierdo de la cama,

la butaca de espectador.

Soltar las cuerdas elevando mi canción

Amarrando el tiempo soltando el reloj.

Sin pañuelos sonando la niñez que vendrá conmigo

abrigando el cielo con la piel

que ya no verás en tu habitación.

Desgarrar la eternidad de una sonrisa,

volando sin conocer las amarras de la cornisa

Tan alto que no pueda esperar tu mirada (ni la de ellos)

donde no habrá concejos ni deberes.

Solo soltando el tiempo para atar la vida,

para sonreir sin precisar espejos,

para correr sin precisar espuelas.

Tan bajo que no olvide mis deudas con la tierra en que aprendí

que perder siempre es encontrarse, una y otra vez.

marzo 27, 2011

Sudestada


Ya es tiempo de detenerse,

mirar tu voz, reirle al sol

porque mientras esquivas mi sonrisa

yo rio para lograr dormir.


Y es que el tiempo ya ha pasado,

no puede más detenerse el viento.

La piel desgarrada me ha contado

que el jazmín ha suspirado.


Lágrimas recorren la habitación

-¡fuera, este no es su festín!-

antes de marchar, lastiman como punzón

dibujando tu voz para no morir.


Es que ya no quiero convencer al viento

ni quiero agua si no es alimento

pero sí quiero que el querer me invada

para ya no llorarle a la luna, enamorada

marzo 17, 2011

Desvelo...


Lejos, entre distante y confinante él se acerca para ver.

Cerca, entre próxima y displicente ella pregunta por él.

Lentamente ingresan al salón, ella por la puerta chica, él por la escalera de un solo escalón.

Entre galanterías y tragos ella disfraza con cadencia su andar.

Entre copas y bufonerías él sólo se sienta a observar.

Transitan los mismos túneles, al fin y al cabo comparten más de un lugar, y como jugando a las escondidas se miran pero no se ven.

Ella, sentada en su rincón, observa su caminar que como sombra de rocío deja un destello en el mar.

Él, parado entre la gente, duerme con la canción, mientras sueña con la luna de ayer que ya se escondió.

Caricias, besos, abrazos, silencios que callan para sincerar.

Cuerdas, miradas, ciencias, cartas borradas que ya no se escribirán.

Entre cuentos de hadas y calabazas sin cortar, la noche los encuentra dormidos, él en la cama y

ella en el sofá.

La noche ha amanecido y aquellas ventanas ya no se abrirán, sólo quedan algunas cenizas, tal vez alguna que otra historia por contar: Carcajadas que ya no lloran, lágrimas que tímidamente reirán.

Y entre tanto y tanto, una esquela en Sol mayor se estremece al encontrar una punta ya sin tinta y un papel de borrador.