Con las manos desgarradas ella camina por el ocaso, observando
cómo entre las tinieblas se dibujan sombras de bufones abatidos de dolor,
algo en su mirada escribe sus ansias de que vengan a buscarla
Tal vez sienta arrepentimiento, tal vez no, pero no dice nada, silencia.
Prepara el almuerzo, sonríe a sus hijos y sale a trabajar,
torrentes de lluvia azotan los confines de su alma.
Agudiza sus sentidos al recorrer la ciudad buscando respuestas
o posiblemente alguna pregunta a la que saber contestar.
Árbol que camina y escribe vidas al pasar, de pié,
fusionado entre hierbas y polvo, regalando frutos con sabor a soledad.
Se asoma por entre los cristales del mundo,
limpia con su vestido sus anteojos y se ve niña,
imaginando un futuro, entre rosas, altares y príncipes.
se siente caer.
En su interior sólo hay ecos de aquello que espero ser
Ni azul, ni blanco, ni verde: negro.
Negro ensordecedor que contornea su alma desgastada.
Regresa a casa, prepara la cena, sonríe a sus hijos y recuesta su cuerpo.
Ya no suspira al pensar en mañana.
Hoy… le preocupa el ayer.