De calles grises con piedras saltarinas,
que a horas de la siesta se volvían “canchita”
mientras no despertase “la vieja” -aunque no más de 50 tenía.
Al noroeste de buenos aires
mi ciudad ha crecido, a orillas del río Salado,
con gente trabajadora de mate, familia y asado.
Ciudad de frentes bajos con bancos en las veredas
pa quien venga cansado del “almacén de la esquina”,
o para la chusma del barrio que todo lo sabe.
Olor a ferroviarios, a trenes y sirenas,
que muchos aún recuerdan la foto de despedida
de aquel tren del 82 que se llevó la juventud a malvinas
Mi pago, la tierra que me vio nacer
Suelo de familia y amigos, cielos de sueños cumplidos...
Irme lejos, para aprenderte a querer.